Estrada Valdez, Francisco Roberto; Estrada Valdez, Francisco Roberto::orcid::0000-0002-5596-6748
Abstract:
La incesante crisis hídrica que vivimos es consecuencia del cambio climático, pero también de una ineficiente gestión de los recursos hídricos (Figueroa, 2024). Afirmar que la escases de agua afecta al desarrollo de las actividades productivas es correcto, sin embargo, también es importante señalar que lo que ha provocado una disminución del agua tiene que ver con la forma en que se ha venido produciendo y consumiendo, un control desmedido y una mala gestión de los recursos en todas sus fases. En consecuencia, la demanda del agua, en todo el mundo y Sinaloa, se encuentra presionada por el incremento poblacional, el crecimiento de la infraestructura urbana y la complejidad que en los últimos años han adquirido las actividades productivas. En el caso de la oferta del recurso hídrico, enfrenta factores que inhiben su desarrollo, que están ligados fuertemente al cambio climático, que ha generado un incremento en los niveles de temperatura y que ha alterado el ciclo de lluvias afectando las fuentes de almacenamiento y abastecimiento de las cuencas, base de actividades productivas como la agricultura. Como resultado de su ubicación geográfica, México es vulnerable ante la ocurrencia de distintos fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes y sequías. Se prevé que las variaciones climáticas producirán un aumento en la frecuencia de dichos fenómenos y un incremento en la demanda de agua, especialmente en el centro norte del país (INEGI, 2011). De acuerdo con el Consejo Estatal Agropecuario de Desarrollo Sustentable (2023), a consecuencia de la disminución de precipitaciones y disponibilidad de agua en presas, para el ciclo agrícola 2023-2024 se dejaron de sembrar alrededor de 250 mil hectáreas en Sinaloa; Becerra, (2024), estima que en términos monetarios, el impacto sería de 15 mil millones depesos, lo que significa alrededor del 2 por ciento del Producto Interno Bruto Estatal.